jueves, 18 de junio de 2009

Bermejo y otros animales más nobles (escrito lunes 23 febrero 2009)






La belleza solo es vista por los brutos como algo de lo que apoderarse... o bién destruir. Cuando acabemos de evolucionar cualquiera será capaz de llamar a las cosas por su nombre, y ningún listillo volverá a llamar "deporte cinegético" a la masacre.
Que si partidismo, que si licencias... solo se habla de eso, en este último escandalo político . A mi lo que realmente me espanta es que en el siglo en que vivimos aún no esté prohibida la caza como diversión, es absolutamente grotesco posar al lado de un precioso animal asesinado, y más, de esa forma tan cobarde violenta y esperpéntica, que es la escopeta. Estoy segura de que más pronto de que pensamos será considerado un delito...
("Llegará un momento en que el hombre verá el asesinato de los animales como ahora él ve el asesinato de los hombres". Leonardo da vinci.)
Intento ponerme en el lugar del cazador, imagino su infancia, sus recuerdos ¿junto a su padre quizas?, dias de montería, dias de sol... , intento comprender que tipo de sensaciones pueden atrer a un hombre que en principio no es cruel, ni psicópata, a disfrutar sesgando vidas, a disfrutar escondiendose, apuntando, esperando, centrando en la mirilla de la escopeta, a la víctima de turno, y a ... apretar el gatillo... para verla desplomarse, para correr a comprobar como se apaga una vida.
La luz de los ojos al morir se extingue lentamente, es estremecedoramente triste... lo vi de cerca, un día que llevé un perro atropellado al veterinario para que lo autanasiase, lo estaba mirando a la cara y lo ví... desde fuera a dentro de sus pupilas la luz se fué disolviendo, el brillo se hizo mate, gradualmente, nunca se me olvidarán esos ojos. A pesar de lo triste hubo algo mágico, revelador, en aquello, de aquel cuerpecito alli tendido se fué algo más que la vida física, esa fué la impresión que me causó. Lo recuerdo como a camara lenta: primero el calmante le quito el dolor y con el, el miedo de la mirada, ya no me temía, ya no intentaría morder (me costó cogerlo de la carretera), y tras esa inyeccion, la siguiente que lo durmió definitivamente con los ojos abiertos... y que me dejó atisbar en sus ojos la despedida de un alma...(Nunca te olvidaré efimero amigo, espero verte en cielo).
Yo pienso que el cazador lo que ansia es apoderarse de la belleza del animal, mas que de su carne o de su cornamenta, pero es incapaz de darse cuenta de su necesidad, de su patética debilidad, y a su miserable y primitiva naturaleza no se le ocurre otro modo que abrirle las tripas para llegar a él, como si alli fuese a encontrar lo que busca.

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