jueves, 18 de junio de 2009

De ángeles, tóxicos, hermanos y nada. (escrito jueves 7 mayo 2009)


Estoy rodeada de ángeles, estoy consiguiendo poquito a poco llenar mi casa de ellos...bueno sobro yo, claro está, pero tengo esperanza en ir enmendándome , y algún día quien sabe, hasta saco el angel que tengo taaaaaaan reprimido, pero por lo pronto, estoy contenta por esta reciente revelación. La señora que viene a limpiar mi casa 2 veces por semana es una, estoy convencida de que es alguien muy muy especial, iba para misionera...pero no hizo falta que ella me lo contara, la bondad y la capacidad de entrega que tiene para con "todos", le sale por cada uno de los poros de su piel, se quedó en un escalafón humilde de sus aspiraciones, pero no por ello menos canonizable, al menos no debería, es alguien que su sola presencia transmite paz, a la que he ido queriendo extraña e irremediablemente, me dí cuenta, el día que tras varios meses sin venir por casa, la encontré en el super, y de repente sentí una gran alegría sincera, me extrañó mi reacción... es solo mi asistenta, me dije... pero es que es como si ya la conociese de otra vida, me es alguien muy cercano. Cuando entra en casa, no solo pone orden y belleza por donde pasa, sino también dentro de nosotros, nos trasmite serenidad y alegría, todo está bién como está, "no pasa nada", es su frase favorita si le revelas alguna inquietud... mi empático bebé Hector de 14 meses la adora.Estoy rodeada de ángeles, si miro aldrededor siempre topo con los ojos de mi perra, que con una paciéncia infinita, espera. Disfrutando, mientras tanto, de mis movimientos predecibles y rutinarios, y recordándome el valor que tiene poder hacer lo mismo un día más. Adoro a mi angel gata, que se empeña en relentizar mi tensión arterial al ritmo de la suya, con sus movimientos suaves, con su dulzura empalagosa. Tengo un loro, que vuela a mi brazo y me contagia su libertad, me acerca el cielo y me recuerda lo cerca que tenemos los milagros, ¿como puede mantenerse en el aire?, disfruto sabiendo que mis ángeles son felices, sé que su bienestar es una expresión de nuestra felicidad, de nuestro equilibrio, algo debe ir bién si ellos muestran esa calma, cuando los veo a mi aldrededor me siento como si hubiera conseguido reproducir un pequeño jardín del edén en mi casa, los animales siempre me han conectado directamente con la eternidad. Y mi empático bebé Hector los adora, pipi, es su primera palabra.Estoy rodeada de ángeles, porque ayer uno en forma de amiga, me llamó para poner un granito de esperanza en una situación que nos angustiaba, que es, la del paro de mi marido, es posible que gracias a ella, eso se resuelva, (por cierto que es matrona )su llamada me puso los pelos de punta, un escalofrío recorrió mi cuerpo, porque era algo que yo había pedido, incluso en sueños, volvía del trabajo pensando que necesitaba que pasara algo bueno, algo que creara ilusión, y eso fué justamente lo que pasó, y yo lo sentí como una señal, y por un momento me sentí conectada a "algo" calido, y no se me quitaba la piel de gallina. Ella fué el angel de la guarda de mi hijo Hector en su nacimiento, su protectora.En esas llegué a casa, en un estado emocional que nunca tengo con mi familia de cuna (mis padres) que me está vedado en su presencia, porque ellos no creen en esas cosas, no creen en los ángeles, y yo siento que mi "dial se desintoniza" en cuanto conecto con ellos, no estamos en la misma frecuencia, y la mía es muy debil como para no interferirse cuando estoy con ellos. Y casualmente y por primera vez desde que me mudé, también vino mi hermano, con el que tengo una relación del todo tóxica, y que entró hace tiempo en encefalograma plano, no nos molestamos.... no nos recordamos...
Y de repente otro angel, mi hijo Hector hizo algo por mí...Me abrió los ojos respecto al daño que me había hecho a mi misma al pensar que algo había, de malo en mí, cuando derrochaba tanto genio contra él que hasta yo me asustaba, creí estar loca, no había motivo....
Tantísimas ocasiones para las disputas, tantas fustraciones, tantos momentos para sentirme ínfima, para sentirme "nada".. así me sentía cuando estaba con mi hermano, y creía que yo tenía la culpa, que era mi naturaleza la que fallaba. Pero ayer cometió el error de hacer llorar a mi empático hijo Hector, con solo un gesto, Y me dí cuenta de que era la misma sensación que a mi me trastornaba , que sacaba lo peor de mi, y nos llevaba a mi y a mi hermano, a las disputas mas grotescas, sin saber cual era el detonante. No ocurrió nada, tan solo le habló, y al principio Hector sonreía, sonrie a todo el mundo... pero al salir yo del cuarto y dejarlos solos, mi hermano debió cambiar su actitud cortés y fingida, típica de las personas que aparentan y son educadas, la actitud de "hola monín, que rico", por una actitud fria y distante, acompañada además de algun desafortunado gesto, como el de sacarle la lengua, porque a los pocos minutos mi hijo rompió a llorar con una intensidad que solo usa en situaciones de verdadero motivo, cuando acudí a consolarlo, hipaba y miraba fijamente a mi hermano con miedo, le pregunté que le había hecho, mis padres estaban delante, y los 3 dijeron que "NADA", volví a insistir, pero sin enfados, yo sonreía, estaba de buén humor, solo sentía curiosidad... mi hijo nunca llora, y entonces mi hermano se enfadó, me dijo con reproche: ¡NADA, no le he hecho NADA a "tú" hijo!, me voy, adios", y se fué con su aire de rey ofendido. Y yo me quedé con las ganas de saber la verdad, aunque Hector lo delató...ya calmado, y en un claro esfuerzo por conjurar sus miedos, comenzó a "imitar" el gesto que lo había asustado, sacando la lengua de forma repetida, lo convertimos en broma, y dejó de llorar . Pero para mi ese tonto suceso fué muy revelador...y liberador, porque ahora era yo la adulta, y por tanto la responsable de decidir si había pasado en realidad algo, o no había pasado "NADA", esa palabra maldita que oí tantas veces durante mi infancia, y que me desconectaba de mi lógica, hacíendo que me sintiera enfadada, haciendo que me sintiera mala, haciendome creer que estaba loca, y una cosa si tenía clara en esta ocasión , los bebés aún no han pervertido su intuición.
Ni en mil años un escéptico, incrédulo hasta casi la ceguera espiritual, del calibre de mi hermano, podría imaginar la capacidad intuitiva de sabio bajito que es mi bebé, en parte por herencia genética y en parte alentado por una crianza absolutamente coherente que lo conecta de manera directa y firme con sus emociones, que logra en él unas actitudes de receptor emocional, de antena afectiva, que casi raya en la telepatia, que casi asusta.... que me impide estar enfadada con él, porque llora con angustía, con una angustia que no le produce ni la más aparatosa de las caidas... la gente interpreta que los niños que no lloran demasiado ante el dolor físico, es porque son duros, yo se que el llanto lo causa más el miedo que el dolor, el miedo es poderoso, el dolor limitado, y los niños seguros hasta la saciedad de que se les quiere, los niños a los que no se les confunde porque no se les malinterpreta, esos niños confiados, no lloran el miedo, solo lloran el dolor de la herida, por eso se calman tan pronto.
Ni en mil años podría mi hermano imaginar que mi bebé no era el idiota que el presuponía, nunca imaginó que su teatro pudiera tener fisuras, con los adultos siempre le ha funcionado, se vió "descubierto" por un simple bebé, y se enfadó muchísimo... en su linea de tirano. Pero ayer mi hijo Hector, otro de mis angéles, me hizo un regalo, si un ser tan puro como él, se había "enfadado" con mi hermano, su enfado no era recriminable, porque tenía una lógica, y la culpa no podía proceder en modo alguno de él, puesto que no podía haber provocado de ningún modo a mi hermano para recibir su antipatía, para sentir su desprecio, ¿cual fué su crimen para haberle caido en desgracia? ¿ser un bebé adorable?, y estos pensamientos que me asaltaron, de alguna manera me liberaban, porque yo tampoco recuerdo que era lo que hacía para provocar el desprecio de mi hermano, simplemente detestaba la verdad que había en mi, porque lo delataba. Y yo estúpida creí sus mentiras, dejé que me confundiera, él y mi madre, que lo defendía a costa de mi cordura, dejé que me convencieran de que mis percepciones respecto a su maldad eran imaginaciones mias, mis padres no ayudaban, porque al igual que ayer con Hector, para ellos nunca ocurría "NADA"... por eso mi disgusto no estaba justificado, por eso solo era mala por sacar tanto genio, por enfadarme desproporcionadamente con mi hermano, no había hecho "NADA". Y era verdad, no hacía nada, nada por nadie, nada por querer, nada por empatizar, nada por hacer feliz a los demás, nada por respetar el espacio o la libertad de quién convivia con él, nada por nadie, porque los demás no existían en su mente.
Ese egoismo dueño de la tóxica e inocente "NADA", mató a mis crias de gorriones, aquellas que saqué adelante poquito a poco, con un cuidado inifinito, todo el mundo sabía donde dormían nadie encendía el gran foco del patio interior donde descansaban, nadie, excepto él, porque era su casa y esos pájaros solo mis necedades, cuando su desidia los mató, solo se vió mi enfado, él no había hecho "nada". Pero como esperar comprensión de alguien que, no siente, mientras derrama la vida de un jilguero con un peo de escopeta, que lo descabalga del arbol a lo bestia, solo por verlo caer de su corcel de libertad, a alguien así no podía pedirle que sintiera mi fracaso, no podía ver en el final de esos 4 gorriones, mi propia pequeña muerte, no veía mi dolor, solo mi rabia contra él, y me odiaba por la osadía de molestar su tranquilidad, de pinchar su inflada soberbia. Curiosa ceguera para alguien que era capaz de hacerte rodar por el suelo si tocabas sus cosas, pero no entendía tu enfado por la perdida sin vuelta atrás, de una ilusíon, de una encubierta necesidad de cariño, esta otra vez bajo la forma de un cachorro de gato... cuando habló sobre él trás volver de mi cuarto de baño donde lo guardaba, me punzó el miedo....¿has dejado cerrada la ventana?... su "no", convirtió esa punzada en presentimiento, y fuí hacia allá con la angustia certera de quíen sabe lo que va a encontrar, lo encontré una chispa más tarde que los perros, aún se movía, se retorció unas últimas veces en mis manos mientras lo miraba fíjamente através de mis lagrimas, y mi mente masoca lo archivaba en "imagenes siempre recientes". Esa vez tampoco hubo disculpas, porque él no había hecho "nada", tan solo una mirada imperterrita y defensiva, de quién te avisa que no oses culparle, porque te machaca, ni un disculpa, ni un consuelo...
Recordé todos los "nadas" que me habían dañado tan profúndamente, los últimos con la persona de la que me enamoré, y cuya relación no apreciada por mi madre, me colocó en una situación tensa de repoches, de control tíranico, de hija desagradecida que cambia un "dueño" previsible, prometedor y amaestrado, por otro salvaje, auténtico e incontrolable, tirando por la borda los años de esfuerzo programador de mi tutora. Recordé como mi hermano lejos de ser mi complice, vió en esa elección, que me posicionaba en una situación desventajosa y vulnerable, la razón que justificaba cada uno de sus derroches de tiranía, cada uno de sus desprecios, ahora si, ya era absolutamente libre, para patear a la estúpida deseredada, respaldado por la superioridad moral de quién sí que sabe como conducirse en la vida.
Mi hijo Hector ayer me enseño una perogrullada: la nada no existe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario