miércoles, 19 de agosto de 2009

DESTINO

Dicen que la vida se la hace uno, que tú tienes el poder para crear tu destino, que todo lo que te pasa es porque en gran parte y de alguna forma tu lo traes a tu vida, vale, si admito esa premisa entonces lo que ocurre es que no soy quien debería y estoy viviendo una vida encorsetada que no me permite ser auténtica, o tal vez sea que ya no puedo deshacerme de lo falso, porque llevo tantos años y tantas experiencias confusas en mi cabeza que no distingo la verdad, no consigo verme.



Sé que hay cosas que están objetivamente mal en mi, como mi falta de autoestima, no consigo verme como los demás, no consigo verme como una adulta responsable y equilibrada, me he quedado anclada en mis rabietas, en mi infantilismo, estoy atrapada.

E intento entrar en casa de mis padres, y estar a la altura de mi familia, pero no tengo ni tendré nunca el nivel adquisitivo que ellos respetan y al que aspiran, primero porque elegí un marido del "proletariado" como el se autodefine, y segundo (o quizás es lo primero) porque yo no sé respirar en esa atmósfera.... es que no sé....nunca supe... nunca me creí eso de que la gente vale lo que tiene, para mi todas las personas eran iguales, igual de respetables, algo así, algo tan simple como esa idea que debería haber sido una virtud por la nobleza que encierra, se convirtió en una carga, demasiado pesada para una niña pequeña que solo quería que sus padres estuvieran orgullosos de ella... la trampa de una moral que teóricamente todo el mundo predica, pero que se queda en teoría, lo experimenté pronto en mi propia piel, yo era, aún cuando era niña y vivía la vida de mis padres, más pobre que mis hermanos, no aspiraba a nada, no quería poseer mucho, estaba manca frente al juego de ajedrez de las ambiciones, que mi familia manejaba con soltura con ebria satisfacción... yo nunca me sentí merecedora de ellos, nunca asimilé su prosperidad como propia, no se porqué, pero, podía con lo que aparentaba haberme vendido bién entre las compañeras de colegio, podría, cuando quisieron ver mis animales, haberme dado cuenta que lo querían era medir mi valía comprobando mis pertenencias, viendo mi casa... si yo hubiese sabido jugar al juego, las habría invitado a entrar por la puerta principal, las habría llevado al gran salón o al amplio y precioso jardín, les habría "enseñado mis animales" en ese lugar de nuestra recién estrenada casa en lugar de llevarlas al tendedero donde tenían su habitáculo mis perras, si hubiera sabido jugar al juego, de paso me habría ahorrado la bronca de mi madre por semejante insensatez, había sorpresa en su mirada y un deje de desprecio, ella al igual que esas niñas repelentes me consideraba estúpida.

Aprendí, que remedio, a aparentar que era igual que ellos, pero siempre me sentí inferior, porque yo jamás fuí rica, siempre supe que mis padres no podrían estar orgullosos de mi, nunca me verían rodeada de "lujos y escaleras" (título que engloba las pelicúlas favoritas de mi madre), nunca me mirarían con orgullo, si acaso con compasión , con condescendencia... como se mira a un chucho callejero que aún teniendo dientes que usar se muestra noble meneando el rabo para hacer feliz con ellos a la gente que le esparce las migajas.

Mi padre si apreciaba mi forma de ser, aunque ya entonces percibía que la apreciaba en la medida que mi bondad era consecuencia lógica de la inocencia infantil, no una herramienta util de un adulto, ya entonces constataba que él más que nadie despreciaba sin saberlo la humildad, confundíendola con pobreza, había que ser perfecto, había que aparentar, un "soberano" no es tal sin apariencia... de tanto esforzarse porque su fachada estuviera impecable olvidó cuidarse por dentro, y su catedral interior se ha ido empobreciendo a medida que la fachada ha ganado por fuera, se ha olvidado que su motor de perfección procedía del interior, que su valía le era intrínseca, que habría obtenido el mismo repeto de la gente y el mismo amor de los suyos aunque la vida no le hubiera sido tan propicia...

Así que mi mente archivó el mensaje: seré apreciada en la medida que continue siendo infantil, seré apreciada en la medida que consiga aparentar nivel adquisitivo... y ahora eso se traduce en que vivo por encima de mis posibilidades porque intento seguir su ritmo, y el nuestro, el de mi pequeña familia no es el de ellos, cuando voy los domingos allí y empiezan a hablar de sus temas, todos ellos referentes al juego de ajedrez de las ambiciones, me uno a la charla, me mimetizo con ellos y saco mis armas, soy despiadada, ambiciosa, competitiva... me siento una más, he aprendido a hablar su idioma, he conseguido que me respeten por ello, y consigo desviar sus dardos envenenados, porque no me muestro tal cual pienso, ya se lo que quieren oir, y se lo doy, no hablos de Dios, porque no existe, no hablo de superación porque así no me desengañan, no hablo de caridad, porque así no se rien, no hablo de dolores del alma o de lo último que me hizo vibrar, no hablo de quimeras, ni siquiera de mis animales.... no expongo nada sobre la mesa en realidad, porque así estoy a salvo.

Pero claro mi fachada tiene su lado negativo....lleva implícita la inmadurez, aún conservo mis rabietas, me comporto de manera histérica, con mis enfados busco que mi padre vuelva a solucionarme los problemas como hacía de pequeña... no soy una adulta, solo lo aparento por fuera.
Solo que vivir así es un infierno y solo pienso en alejarme, porque quiero demasiado a mi padre como para seguir torturándolo con mi infelicidad, como para dejar que sigua atormentándome con su inseguridad. Porque al igual que cuando era pequeña, pienso en la muerte como una liberación, porque me axfisio en su atmosfera, porque vivir en plan zombi, sin permitir a tu verdadera naturaleza respirar es angustioso. Si tuviera el valor de ser una "pobre" digna, creo que sería feliz, si tuviera a pesar de mi bajo poder adquisitivo su cariño y su admiración creo que me daría igual no poseer riquezas....

2 comentarios:

  1. Hola Cristina. Creo que tú misma expones el problema muy bien pero también "ves" la solución, sólo que todavía no es el momento, la fruta cae del arbol cuando está madura. Quiero decir que lo básico es ser consciente de tí misma, y lo eres. Ahora lo demás vendrá casi sin darte cuenta, sin esfuerzo por tu parte. Te puedo asegurar que así será, aunque ahora lo veas negro. Si te pellizcas un brazo, y con el tiempo olvidas que eres tú la que se está autopellizcando, un día te tomarás una pastilla para aliviar el dolor, cuando se pase el efecto tomarás otra y así más y más....Pero cuando te des "cuenta", seas consciente que eres tú misma la que se está pellizcando estaras deacuerdo conmigo en que no hace falta nada más, soltaras sin esfuerzo y el dolor pasará. Ahora tú estás siendo consciente de lo que te ocurre, de lo que te aprisiona y te crea infelicidad. La solución te está llegando ya, aunque no la veas. No te esfuerces, te ha de llegar de manera automatica, natural..Un día de estos me sonreiras..te lo aseguro.
    NAMASTÉ.

    ResponderEliminar
  2. Hola Sidharta...siempre ahí amigo, tus palabras me confortan, vengo de leer un blog al que he llegado por casualidad, y aprovechando que estoy sola, estoy aquí llorando cual magdalena...se trata de Guillermo, un bebe con cancer que al fínal se ha ido.. le acabo de escribir un comentario en su blog y he entrado a ponerlo aquí en favoritos...todo el mundo deberia leerlo para "recordar", solo queremos olvidar, yo misma como tengo un bebe de esa edad, al ver de que iba el blog, he pensado en no leerlo...da mucho miedo recordar que tu hijo no es tuyo, pero ¿sabes que?, luego me he alegrado de hacerlo, porque ¡el dolor te aclara tantas ideas!, me siento muy culpable por no saborear cada instante de mi vida y la de mis preciosos hijos, recuerdo cada momento mio de debilidad en el que el cansancio me hace tenerle un mal gesto a mis niños... y ¡me errepiento tanto! soy dolorosamente consciente del derroche, del desperdicio de tiempo, de la estupidez y pecado a que te arrastra el "olvido", somos víctimas de nosotros mismos, ¡tenemos el milagro tan cerca! y lo dejamos pasar, por atender ¿a que? para ocuparnos de ¿que otro asunto?, realmente estamos ciegos. No hay que esperar a nada para entrar en el cielo, podemos sentirlo aquí y ahora, podemos empezar a vivir en él, y el que quiera que nos acompañe.. y el que no quiera no importa, no puede confundirnos más porque no puede alcanzarnos
    Tus palabras como ves, llegan en un buén momento...no me extraña ;) Un gran abrazo.

    ResponderEliminar